sábado, 22 de agosto de 2009

Como exprimir la vida o Manual de consumo para no creyentes

Desde que tengo uso de razón (desde que ella me usa a mí, realmente) me surge una pregunta de manera recurrente entre otro millón de ellas: ¿estoy gastando bien mi tiempo?¿Estoy viviendo la vida como debe vivirse?

En la sociedad del relativismo psico-moral en la que vivimos, curiosamente se alimenta una forma monólitica de entender lo que es la vida en una forma 'intensa'. Dos palabras presiden el altar de lo políticamente correcto: "Juventud" y "Velocidad".

Si te gusta la soledad, si te gusta leer tranquilamente en tu casa, si te gusta cenar con amigos y mantener largas charlas hasta las tantas de la mañana empapadas en vino ... si te gusta todo eso, eres un bicho raro, un inadaptado, un aburrido...
Y es que aquí viene lo realmente alucinante de todo esto: Tú respetas otras formas de entender la vida, otras alternativas, otras formas de ocupar el tiempo ... pero, sin que tú hayas juzgado la suya, la gente se lanzará a darte consejos paternalistas sobre la tuya: "Sólo se es joven una vez", "Pues yo a tu edad me estaba de juerga dos días sin dormir" "Aprovecha ahora que puedes"
Como si, lo que estoy haciendo ahora no fuera "aprovechar". Como si la juventud (indispensable bajo mi punto de vista) fuera una medida de tiempo y no de dureza del alma

Me he encontrado con muchas situaciones curiosas a lo largo de mi cada vez menos corta vida. Allá van un par de ellas:

- En una conversación a tres (una amiga, una tercera persona y yo) nuestra amiga ,hablando de nuestros libros favoritos, comentó: "No, es que yo leo para divertirme y Raúl lee por cultura" ...¿?¿?

- Otra persona me comentó que "claro, tú sabes tanto de historia y yo no tengo ni papa porque mientras yo salía hasta las tantas de la noche tú ese tiempo lo dedicabas a leer"

Por supuesto no intento de ninguna manera contraponer dos formas de entender la vida que son, claramente, complementarias. Conozco personas con sensibilidades extraordinarias y con una vida interior enorme que entiende la vida con esa concepción de la "intensidad" que yo no comparto. De hecho se puede aprender mucho de eso. Las cosas no son blancas o negras... pero para nadie ... para nadie.

En fin, que pasen y vean. La pregunta de la que os hablé al principio sigue abierta y, tal vez, sea una de las preguntas que resulte más sano hacerse. Y es que, como decía nuestro (Jaime and I) adorado John Mayer:

Everybody is just a stranger but
That's the danger in going my own way
I guess it's the price I have to pay
Still "everything happens for a reason"
Is no reason not to ask myself

If I am living it right
Am I living it right?
Am I living it right?
Why Georgia, why?

Pues eso

3 comentarios:

  1. En primer lugar, ni siquiera sé si la vida debe ser "exprimida". La vida, en mi modesta opinión, ha de ser vivida. Consciente, vehemente y apasionadamente. Y esa pasión, en un momento, puede consistir en pasar un domingo tirado en la cama abrazado a la pareja, o en pasear sin rumbo fijo pensando en quien sabe qué por un Madrid semidesierto (esto último, claro, solo puede hacerse en agosto... y casi ni eso).
    En segundo lugar, todo el mundo (bueno, casi todo el mundo) se cree siempre en posesión de la verdad (de todas las verdades) y emite juicios de valor con una ligereza asombrosa. El cómo se ha de vivir es uno de los temas favoritos de los censores -y hay tantos camuflados entre nosotros...- así que lo mejor es desoír sus voces o, como hago yo, asentir cínicamente sin responder palabra para, después, reírse ya a solas y hacer caso omiso de sus consejos.
    Por último, y como contrapunto, añadiré que en mi caso la crítica siempre ha sido al revés. Siempre ha habido quien (y es que el de los filólogos y teatreros es un mundillo lleno de intelectualoides acomplejados, doy fe) me ha dicho que salir tanto, trasnochar tanto, beber tanto y demás son formas de perder el tiempo. O quien se espanta porque disfrute tanto con una película de superhéroes cachas en mallas como de ciclo de Bergman.
    En el fondo, y con esto cierro, la gente suele ser demasiado limitada como para asumir la diversidad, la pluralidad y, ya salió la palabra, la diferencia. Así que, todo manual de vida -¿la vida realmente puede tener un manual que la limite...?- que no coincida con el suyo será siempre criticado y, en consecuencia, censurado.
    Lo mejor es llegar a ese punto en el que uno se da cuenta de que ya no es un bicho raro. Qué va, tan solo es un ser humano que sabe, sin duda alguna, que los bichos raros son ellos. Los demás. O, como dicen en mi adorada Lost, los otros...

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  2. Pues sí, Cinephilus, pues sí. Moralinas políticamente correctas las hay en todos los lados. Y día a día ese 'los otros' de Lost se hace cada vez más grande. Ellos son los bichos raros: El infierno son los demás. :-)

    Ciao!

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  3. Es preferible siempre sentirse diferente, a notar que se he pasado a formar parte de esos "otros". Ser diferente es mucho más divertido. Pero, ay, a veces resulta tan difícil encontrar con quién compartir esa diferencia, que se acaba dentro de una horrible espiral de normalidad, tremendamente aburrida, tremendamente gris.
    Echo de menos las sobremesas de horas que se diluyen entre los vapores del alcohol y las conversaciones siempre inacabadas.
    Por cierto, creo que estuve presente en el primero de los ejemplos que expones... Me parto.

    Laura

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